PREMIOS DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE CIENCIAS FISIOLÓGICAS


Premio Antonio Gallego


 

El Premio Nacional "Antonio Gallego" de Fisiología se instauró en 2011 por acuerdo de la Junta de Gobierno de la SECF. Se comunicó a todos los socios a través de la revista Fisiología (ver Boletin de la SECF numero 13-1 de junio de 2011). Dicho acuerdo fué ratificado en la asamblea general celebrada en Santiago de Compostela en 2012, durante la celebración del congreso (Congreso Conjunto de la SECF y la FEPS, Santiago de Compostela, 8-11 de septiembre de 2012).

CARTA DEL PRESIDENTE publicada en el Boletín de la SECF número 13-1:

Es para mí un placer poder comunicar a todos los socios que la Junta Directiva de la Sociedad Española de Ciencias Fisiológicas ha acordado, por unanimidad y durante su reunión anual de 2011, instaurar el premio “Antonio Gallego”, para reconocer la importancia de una carrera académica en el ámbito de la fisiología española, desarrollada mayoritariamente en España, y con manifestaciones relevantes en la enseñanza, la investigación y la construcción de estructuras y espacios funcionales para el avance de la ciencia.

La elección de la personalidad premiada será competencia de la Junta Directiva de la SECF, que podrá asesorarse, en su caso, en la forma que estime conveniente. El premio se concederá cada dos años, y será entregado durante la celebración del congreso bienal de la SECF, invitándose al premiado a la impartición de una conferencia plenaria en el mismo. Por lo tanto, la primera edición de este premio tendrá lugar durante nuestro congreso de 2012 en Santiago de Compostela.

Con la instauración de este premio, la Junta Directiva que presido quiere, además de reconocer la labor de algunos de nuestros insignes colegas, recordar la figura de Antonio Gallego. El profesor Antonio Gallego Fernández, catedrático de Fisiología de la Universidad Complutense, tuvo una importancia crucial en el desarrollo de la fisiología española en los años 60 y 70, y desempeñó un papel preponderante en el nacimiento y desarrollo de la Sociedad Española de Ciencias Fisiológicas. Incorporó a la universidad española el concepto de que la actividad investigadora constituía un componente esencial de la misma, introdujo la implementación de prácticas experimentales, prácticamente en todos los aparatos y sistemas, en la enseñanza de la fisiología, y fomentó la idea de la formación postdoctoral en laboratorios extranjeros como elemento formador imprescindible, en un momento en que la mayoría de los catedráticos de la universidad española eran más funcionarios disciplinados que verdaderos maestros.

De manera pionera fomentó la participación de la empresa privada en la financiación de la investigación en la universidad, facilitando la colaboración de la Compañía Española de la Penicilina, en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, a través de la creación de la Fundación Marqués de Urquijo y el Instituto de Farmacología Española (quienes financiaron durante muchos la edición de las Actas de la SECF). Contribuyó de manera significativa a la formación de fisiólogos, buena muestra de lo cual lo constituye el hecho de que discípulos directos suyos (la mayoría de los cuales se iniciaron como alumnos internos en la cátedra que dirigió) formen hoy parte de los departamentos de Fisiología de Madrid (Alcalá y Complutense), Salamanca, Córdoba, Alicante, Elche, La Laguna, Santander, McGuill, etc.), estimulando la idea de una carrera científica similar a la que se desarrollaba en las universidades americanas. A finales de los años sesenta fue el promotor de un plan de enseñanza de la medicina que constituía una verdadera novedad en la universidad española, y que incorporaba métodos y estrategias habituales en las universidades anglosajonas. Como investigador, fue un eminente neurofisiólogo en un momento en que nuestro país carecía de tradición científica, y contribuyó a extender la importancia de la obra de Cajal ente los jóvenes aspirantes a neurobiólogos de la época.

PREMIOS DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE CIENCIAS FISIOLÓGICAS


Entrega del Premio Juan Negrín a la Profa. Dra. Dña. Ana María Cuervo


     Tras evaluar varias candidaturas, la Junta Directiva de la Sociedad Española de Ciencias Fisiológicas, reunida en Madrid el 8 de octubre de 2021, ha decidido conceder el Premio Negrín a la Profa. Dra. Dña. Ana María Cuervo. La Sociedad quiere reconocer su labor en la formación de numerosos investigadores españoles en el extranjero.

     El acto oficial de entrega del premio  tendrá lugar en el próximo XL Congreso de la SECF de 2022.

     La Doctora Ana María Cuervo (Barcelona), investiga desde 2001 en el Albert Einstein College of Medicine, NY. Es codirectora del Instituto Einstein para la Investigación del Envejecimiento de Nueva York.

     Investiga en el campo de las enfermedades neurodegenerativas asociadas al envejecimiento y en la actualidad es una autoridad en los mecanismos involucrados en la autofagia asociados al envejecimiento. En su laboratorio forma y ha formado a numerosos españoles. Desde 2018 fue incluida en la lista del 1% de investigadores más citados (Highly Cited Researchers List). Web Oficial: (https://sites.google.com/view/cuervo-lab/).

     La Dra. Cuervo cumple con creces con todos los requisitos que motivaron la instauración de nuestro preciado premio “Juan Negrín”:

  • “Se tratase de un fisiólogo, que ha realizado una labor investigadora de excepcional calidad y que, además, atesora una gran virtud humanas reconocida”.
  • “Ha contribuido al desarrollo de la fisiología española desde el extranjero formando a jóvenes investigadores españoles”, tal y como el comenta desde la humildad que le caracteriza:

 

 

Algunas notas de su currículum científico:

 


Laudatio a cargo del Profesor Jesús Francisco Rodríguez Huertas


Es un gran honor presentar a la galardonada con este prestigioso y querido premio, a la Doctora Ana María Cuervo.

(Como decía nuestro presidente, el premio se otorga en reconocimiento a la trayectoria investigadora y la labor de promoción de la Fisiología a aquellos científicos que, realizando fundamentalmente su trabajo más allá de nuestras fronteras, han contribuido de forma decidida en la formación de investigadores españoles).

Nuestro presidente nos acaba de recordar los valores que deben de reunir los candidatos, y la doctora Cuervo los atesora con creces, tanto que esta Junta Directiva no dudó un segundo en formalizar este reconocimiento.

Tanto su CV como su trayectoria son de excelencia, y sin duda, es el ejemplo vivo al que deben mirar nuestros jóvenes investigadores. La Dra Ana Maria Cuervo, además es la primera mujer, ya era hora, en ostentar este galardón.

Estudió Medicina en la Universidad de Valencia, donde se graduó en 1990. En 1994 defendió su tesis doctoral sobre biología celular bajo la dirección del Dr. Erwin Kneckt, en el Instituto de Investigaciones Citológicas de Valencia. En 1995 dio el salto al gran charco y hasta 1998  realizó su posdoctorado con el Dr. Fred Dice, en la Universidad Tufts, Boston, continuando en dicha universidad hasta 2001 como profesora ayudante. A finales del 2001 establece su propio grupo de investigación como profesora ayudante de la Escuela de Medicina Albert Einstein en Nueva York. Actualmente ocupa la cátedra Robert and Renee Belfer para el estudio de enfermedades neurodegenerativas en esa misma universidad y es profesora titular de Biología Molecular del Desarrollo y de Medicina y codirectora del Centro de Estudios sobre el Envejecimiento.

No cito sus artículos más relevantes, ni sus conferencias, ni sus premios, porque nos ocuparía toda la mañana y están a disposición de todos en las bases de datos.

Pero si me interesa que conozcan algunas pinceladas de la persona. Los de su entorno resaltan su afabilidad, sencillez y humildad. La Dra Cuervo habla con su mirada y explica  a sus alumnos lo difícil con su sonrisa. Nunca aparecen atisbos de crispación en su laboratorio, todo lo hace con la elegancia de los mecanismos celulares que dilucida. 

Su trayectoria científica y personal es un largo vuelo desde su Barcelona natal, como hacía su querido y admirado padre, piloto de profesión.

Sus vuelos están repletos de anécdotas y en sus decisiones, acertadas, aparecen toques de azar.

Estudió medicina, pero podría haber sido matemática o bióloga.

Me fui de casa y dije a mis padres que al final iba a estudiar medicina a lo que, mi madre dijo 'Muy bien ̈ pero añadió,  ̈Ana María ¿te acuerdas que te mareas cuando ves sangre? eso era cierto. Pero yo le dije que la idea de hacer medicina era para  poder dedicarme a la investigación”.

Otro tanto ocurre con el inicio de sus estudios en lisosomas, lo que también fue fruto de una casualidad dirigida.

Siempre le interesó el estudio de los mecanismos de envejecimiento pero había dos laboratorios trabajando en este campo, así que cuando llamó para una entrevista con el investigador que trabajaba en la mitocondria y envejecimiento, él no estaba allí ese día, pero sí el Dr. Erwin Knecht, aunque él trabajaba en lisosomas. Y eso es lo que ha estado haciendo desde entonces. Como ella dice, palabras textuales, “fue probablemente uno de los mejores "errores" de mi vida."

Gracias a su audacia y persistencia hoy conocemos los mecanismos mediante los cuales las células eliminan selectivamente sus residuos, y ha puesto de manifiesto las importantes consecuencias que tienen para la salud fallos en el funcionamiento de este proceso biológico.

Pues admirada Ana María, Dra Cuervo, muchas gracias por aceptar este premio y por regalarnos un espejo de referencia a donde mirar.

Cuando quieras nos deleitas con tu conferencia.

 

PREMIOS DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE CIENCIAS FISIOLÓGICAS


Entrega del IV Premio Antonio Gallego al Prof. Ginés María Salido Ruiz


 

Durante los pasados días 19 al 22 de Septiembre de 2018, se celebró en Cádiz el XXXIX Congreso de la Sociedad Española de Ciencias Fisiológicas. De entre las excelentes actividades llevadas a cabo, queremos resaltar la emotiva entrega del Premio Antonio Gallego al Prof. Ginés Mª Salido por su excelente labor científica realizada en España y su mantenido compromiso con la SECF. La presentación del IV Premio Antonio gallego la realizó el Prof. Emilio Martínez de Victoria-Muñoz.

 


Presentación del Premio a cargo del Prof. Emilio Martínez de Victoria


 


Discurso de aceptación a cargo del Prof. Ginés Mª Salido


Gracias, profesor Martínez de Victoria, querido Emilio, por tus palabras laudatorias que, sin duda, son reflejo de una sincera amistad que hemos sabido cultivar desde que, en 1974, me aceptaran como alumno interno en el Departamento Interfacultativo de Fisiología Animal de la Universidad de Granada, que dirigía el maestro Aurelio Murillo, y en el que tú eras, entonces, un brillante y prometedor profesor ayudante. A mí me asignaron como tutor al profesor Alejandro Esteller, pero como él se encontraba realizando una estancia postdoctoral en el Laboratorio de Fisiología de la Universidad de Cambridge, me indicaron que debía esperar a su regreso para iniciar mis experimentos. A pesar de su tardanza en regresar, que con mi ímpetu de aprendiz percibí como una eternidad, desde entonces Alejandro ha sido mi mentor y le agradezco públicamente cuanto me ha enseñado.

Agradezco también a mi rector, Profesor Segundo Píriz, la gentileza que ha tenido queriendo acompañarme en este, para mí, entrañable momento.

Si, como establece la Sociedad Española de Ciencias Fisiológicas, esta distinción se concede en reconocimiento a “la importancia de una carrera académica en el ámbito de la fisiología española, desarrollada mayoritariamente en nuestro país y con manifestaciones de especial relevancia en la enseñanza, la investigación y la construcción de estructuras y generación de condiciones para el avance de la biomedicina y las ciencias de la salud”, es más que evidente que quienes me han precedido en la recepción de este premio, los profesores Carlos Belmonte, José María Delgado García y Constancio González, son gigantes a cuya sombra yo he crecido.

Con el premio, los miembros de esta sociedad científica recordamos y rendimos homenaje al profesor Antonio Gallego Fernández, catedrático de Fisiología, primero en la Universidad de Cádiz y luego en la Universidad Complutense de Madrid, quien, en palabras de Rafael Alonso Solís, tuvo una importancia crucial en el desarrollo de la fisiología española en el siglo pasado y desempeñó un papel preponderante en el nacimiento y desarrollo de la Sociedad Española de Ciencias Fisiológicas.

Yo me uno hoy, aquí, al reconocimiento a todos ellos. Tanto a los que personalmente he conocido, como al Profesor Gallego, del que tengo conocimiento y admiración solo a través de su obra.

Gracias, señor Presidente, señoras y señores miembros de la Junta Directiva de la SECF, por la distinción que me otorgáis, y gracias también a todos ustedes, colegas, familiares y amigos por escucharme y acompañarme en este día en el que mis sensibilidades están a flor de piel.

En fin, si de lo que se trata es de “hablar de mi libro”, estén tranquilos. Les diré que no tengo ningún libro que venderles. Aunque sabemos que el ego de los universitarios es amplio, el mío no lo es tanto como para hablarles de mí, ni tampoco de mi curriculum. Aunque es cierto que he participado en obras colectivas de fisiología, con ellas he obtenido escasísimos ingresos por derecho de autor. A modo de ejemplo, el libro que edité titulado “Apoptosis: Involvement of Oxidative Stress and Intracellular Ca2+ Homeostasis” ha sido descargado 5.662 veces. Por dichas descargas he recibido cero euros, pero, eso sí, la editorial me aconseja que me descargue y ejecute en mi sitio web, la publique en las redes sociales o coloque en mi correo electrónico una insignia de autor para promocionar mi libro, en la que se lee: “Proud to be a Springer author”.

Evidentemente las editoriales, tanto de revistas como de libros, saben que los que nos dedicamos tan solo a la ciencia académica y a la investigación básica y desinteresada nos movemos por un sistema de recompensas que trasciende a la obtención de dinero. Claro que necesitamos dinero para vivir, pero nos interesan más las recompensas honoríficas que las económicas. Lo que finalmente nos estimula e impulsa a desarrollar y publicar nuestros trabajos de investigación es la íntima necesidad de transmitir conocimiento y el deseo de obtener reconocimiento entre nuestros colegas.

Permítanme que les recuerde lo que afirma Barry Barnes en su libro titulado “Sobre ciencia” y con lo que estoy totalmente de acuerdo: “El reconocimiento sólo se otorga legítimamente a científicos cualificados y únicamente por su investigación. De esta forma, los individuos ajenos a la ciencia no pueden utilizar su moneda y, en consecuencia, tampoco pueden influir en el criterio y la evaluación científicas. El sistema de reconocimiento se halla bajo el control total de la comunidad científica y está estrictamente prohibida cualquier acción que pudiera debilitar ese control. Este es el procedimiento que se utiliza para conservar la autonomía científica profesional. Si desapareciera la moneda secundaria, el reconocimiento, y las tareas científicas se recompensaran directamente con dinero, la ciencia dejaría de estar controlada por los sabios para quedar bajo el control de los ricos. La autonomía científica se mantendrá mientras el reconocimiento siga siendo el primer paso necesario para la recompensa del científico y mientras aquél no tenga precio”. Fin de la cita.

Por eso, con esta distinción que generosamente me concedéis hoy, obtengo la mejor recompensa imaginable. Ahora podré añadir a mi tarjeta de presentación: “Orgulloso de ser profesor Antonio Gallego de Fisiología”

Desde que inicié mi actividad docente, primero en la Universidad de Granada, luego en la de Extremadura, con alguna breve incursión en las de Oxford y Lancashire, muchos han sido los estudiantes que han seguido mis cursos. Cuarenta años de docencia universitaria dan para mucho. Sin embargo, pocos, escasamente 15, han sido los estudiantes de doctorado con los que he mantenido y mantengo una relación científica. Todos ellos han jugado un papel relevante en los artículos que he publicado y a todos ellos les agradezco su impulso.

Este es otro aspecto característico de nuestra actividad investigadora: nuestra labor en la promoción del conocimiento es una labor de equipo. Pero formar equipos es sumamente complicado, a pesar de lo dicho sobre el sistema de recompensas. Es muy complicado incentivar a estudiantes brillantes para que se dediquen a la ciencia fisiológica. Yo creo que lo conseguí con Juan Antonio Madrid, María José Pozo, José Antonio Pariente, Pedro Camello, Antonio González, Ana Lajas, Juan Antonio Rosado, Cristina Camello-Almaraz, José Antonio Tapia, Pedro Cosme Redondo, José Javier López, Isaac Jardín, Natalia Dionisio, Hannene Zbidi y Raquel Diez-Bello.

De los investigadores que he citado, escasamente la mitad tienen hoy una posición estable en el sistema universitario. Y esto es así porque, aunque acumulan méritos, durante los años precedentes el personal de las universidades ha sufrido una terrible política de recortes y de prohibición de la reposición de bajas y jubilaciones. Como resultado de ello, en la actualidad gran parte de los trabajadores de las universidades tienen contratos temporales, precarios e inestables. Esto nos preocupa, ya que, lógicamente, el desánimo producido por los problemas laborales comporta un riesgo alto de menoscabar la calidad las universidades.

Es desalentador comprobar que, según los datos del Ministerio de Educación, durante el año 2016 había 95.601 profesores en las universidades españolas. De ellos, 44.394 eran funcionarios (incluidos 803 interinos), 11.343 contratados fijos, 39.180 contratados temporales y 684 eméritos. Es decir, al menos el 41,8% de los profesores tenían contratos de duración determinada que incluyen falsos asociados, falsos visitantes, contratados doctores interinos, sustitutos interinos, etc.

Además, las estadísticas del Ministerio nos informan de la existencia de 16.328 investigadores, la mayoría con contratos de duración determinada: 6.396 vinculados a proyectos de investigación (art. 83 y otros), 483 contratos Ramón y Cajal, 243 contratos Juan de la Cierva, 903 investigadores postdoctorales no incluidos en los anteriores, 2.702 contratados predoctorales de formación de personal investigador (FPI), 1.897 contratados predoctorales de formación de profesorado universitario (FPU) y 3.307 investigadores predoctorales vinculados a programas de las comunidades autónomas y las universidades.

Pero los más de 30.000 trabajadores predoctorales que hay en España llevan más de un año en pie de guerra reclamando y negociando su ansiado Estatuto del Personal Investigador en Formación que, según recoge la Ley de Ciencia aprobada en 2011, debe regular su situación y acabar con la disparidad de sueldo y condiciones que existen en función de la comunidad autónoma en la que se encuentren y de la convocatoria de ayuda que consigan para hacer su tesis. ¡Y yo quiero ser hoy el altavoz de todos ellos!

La Ley de Ciencia establecía que el estatuto debía haber estado desarrollado en 2013, pero hemos llegado a 2018 y seguimos sin él. Mientras no lo tengan, denuncia Pablo Giménez, presidente de la Federación de Jóvenes Investigadores, "seguirá habiendo predoctorales muy formados que ni siquiera llegan a ser mileuristas". Como ejemplo cita los 720 euros netos mensuales (en 14 pagas) que ganan algunos predoctorales en Extremadura, 736 euros en León o 906 en Valladolid.

Garantizar sueldos dignos no es su única reclamación. Aseguran sentirse en un "limbo jurídico" y "desprotegidos" frente a situaciones como la que detectaron en febrero de 2017, cuando "de forma retroactiva y sin anuncio previo", se cambió el código de la Seguridad Social asociado a sus contratos, pasando de un código de obra y servicio a uno de prácticas.

Si formar equipos estables en las condiciones como las que he referido es un asunto complejo, no lo es menos conseguir infraestructuras para la investigación. Con la distinción que me otorgáis, la SECF tiene en consideración también la aportación que yo haya podido realizar a “la construcción de estructuras y generación de condiciones para el avance de la biomedicina y las ciencias de la salud”. La dificultad para llevar a cabo esta labor se acrecienta si se pretende llevar a cabo desde una región, como la extremeña, en la que las condiciones no eran, al menos en el siglo pasado, las idóneas.

Es cierto que, durante las últimas décadas, las diferentes administraciones y las universidades, también la mía, la universidad de Extremadura, han realizado importantes esfuerzos para crear grandes infraestructuras científicas en España. Y también para mejorar la formación de investigadores y la internacionalización de la investigación. Los esfuerzos han dado algún fruto: la producción científica española ha experimentado una aceleración sin precedentes. Sin embargo, el sistema necesita cambiar algunos elementos básicos que aún requieren corrección: la baja inversión en I+D en relación al PIB, la baja participación de las empresas privadas en investigación, la muy escasa cooperación entre universidades y entre estas y el mundo empresarial y, no menos importante por citarlo en último lugar, las crecientes dificultades que acechan a un joven que quiera embarcarse en la aventura de la investigación. Porque la investigación, como cualquier otra creación, necesita de suelo y ambiente.

Para que la situación cambie existe un amplio consenso sobre la necesidad de conferir a las universidades una autonomía real y más responsabilidades para que puedan iniciar políticas de excelencia, organizando a sus comunidades en torno a una cultura basada en la obtención de resultados y el respeto a un contrato social. La Comisión Europea destaca la necesidad de “nuevos modelos de gobernanza interna basados en la adopción de auténticas políticas científicas apoyadas por una gestión estratégica y proactiva de sus recursos humanos y financieros”. Y añade que “las universidades europeas necesitan afirmar su papel de actores económicos, capaces de responder mejor y más rápidamente a la demanda de los mercados y de desarrollar colaboraciones para la explotación de los conocimientos científicos y tecnológicos, preservando a la vez el carácter público de su misión y sus más amplias responsabilidades sociales y culturales”.

Al inscribir la reforma y la modernización de las universidades en la agenda de su estrategia global, la Unión Europea colma un déficit patente en su determinación de afirmar su evolución hacia una economía del conocimiento, en la que los actores de la enseñanza superior y de la investigación universitaria deben ser protagonistas. Solo poniendo en común las experiencias se pueden definir las líneas directrices que deben guiar las evoluciones. Sin embargo, la ciencia en España atraviesa un mal momento. El país ha recortado su inversión en investigación, desarrollo e innovación un 9% entre 2009 y 2016 mientras la UE lo ha incrementado un 27%. Al mismo tiempo, las restricciones burocráticas impuestas han paralizado la actividad en los organismos públicos de investigación y centros punteros de sectores estratégicos.

Por eso creo que son tan necesarios congresos como este que estamos desarrollando en Cádiz, en donde, más allá de presentar y discutir nuestros resultados de investigación, pongamos en común nuestras experiencias docentes y de gestión universitarias con la finalidad de transmitir a los fisiólogos más jóvenes en qué nos hemos equivocado los más viejos, como yo, para que ellos acierten. A ellos, a los jóvenes investigadores, nos debemos.

Termino agradeciendo a mi familia -Blanca, Eduardo y Almudena- y a todos vosotros, mis amigos, las oportunidades que a lo largo de mi vida académica me habéis regalado. Gracias.

PREMIOS DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE CIENCIAS FISIOLÓGICAS


Entrega del VI Premio Antonio Gallego al Prof. Dr. D. Rafael Alonso Solís


     Tras evaluar varias candidaturas, la Junta Directiva de la Sociedad Española de Ciencias Fisiológicas, reunida en Madrid el 8 de octubre de 2021, ha decidido conceder el VI Premio Antonio Gallego, al Prof. Dr. D. Rafael Alonso Solis. La Sociedad quiere reconocer su labor en la docencia e investigación de la Fisiología en España.

     El acto oficial de entrega del premio  tendrá lugar en el próximo XL Congreso de la SECF de 2022.

 

 

El Prof. D. Rafael Alonso Solís (Universidad de la Laguna) fue:

  • Presidente de la SECF de 2005-2007
  • Impulsor de los premios Negrín de nuestra sociedad
  • Discípulo directo del Dr. Antonio Gallego
  • Creador de la revista de Fisiología de nuestra Sociedad Impulsor destacado de los congresos con la Physiological Society

En la actualidad es Profesor Emérito en la Universidad de la Laguna y continúa su incansable labor de transferencia de conocimiento de Fisiología en Revistas especializadas, prensa en general y en numerosos medios de comunicación. 


Discurso de aceptación del Profesor Solís 


 

 


Laudatio a cargo del Profesor Ginés Mª Salido.


Dicen de él, quienes bien le conocen, que Rafa es, fundamentalmente, un tipo raro. Con ello quieren, queremos, decir que se comporta de un modo inhabitual; que es extraordinario, poco común o frecuente. Y no les falta razón, porque raro es que alguien comience su carrera científica como fisiólogo, en 1970, ocupando los puestos de preparador de prácticas y alumno interno por oposición. No me digan que esto de opositar a alumno interno no suena hoy raro. Fue en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, bajo la dirección del profesor Antonio Gallego, donde ocupó estas figuras creadas en su momento por Juan Negrín López.

A finales del 72 se trasladó a Tenerife para hacer la mili, otra rareza hoy en día, incorporándose a la Universidad de La Laguna (ULL) en 1973 como profesor encargado de curso de Fisiología Humana, universidad en la que obtuvo el título de doctor en octubre de 1976, con un estudio del papel de la glándula pineal y la hormona melatonina sobre la regulación de la función reproductora. Desde 1977 a 1980, gracias a una beca de la Fundación Fullbright, realizó una estancia postdoctoral en el Laboratorio de Regulación Neuroendocrina del Instituto Tecnológico de Massachusetts, dirigido por el profesor Richard J. Wurtman.

Reincorporado en 1980 a la Universidad de La Laguna como profesor agregado interino, en 1983 consiguió plaza de profesor titular de Fisiología, y en 1991 la de catedrático, puesto que ha ocupado hasta su jubilación en 2019, pasando a ser profesor emérito de la institución a través de un procedimiento selectivo. ¡Toda una vida de oposiciones y concursos!

Como investigador, creó un laboratorio dedicado al estudio de las interacciones entre los sistemas nervioso y endocrino, especialmente en lo que se refiere a los lazos de retroalimentación entre las neuronas hipotalámicas y las glándulas implicadas en la reproducción, la descripción de la glándula pineal como un modelo de transducción neuroendocrina, y los efectos moduladores de las hormonas gonadales sobre la actividad neuronal, actuando sobre diferentes tipos de receptores y rutas de señalización.

En este tiempo, ha dirigido 13 tesis doctorales, publicado 89 artículos científicos -siendo el primero el titulado Oxidative metabolism of the limbic system in prepuberal rats y publicado en la revista Experientia-, 4 capítulos en libros de texto y 1 manual de Fisiología Celular. Ha firmado 123 comunicaciones a congresos y tiene reconocidos 6 tramos de investigación. Ha sido investigador responsable de 27 proyectos financiados a través de convocatorias públicas competitivas (19 nacionales, 7 autonómicas y 1 europea), y de 5 convenios con empresas, siendo responsable de la ejecución de unos 18M €.



 

 

PREMIOS DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE CIENCIAS FISIOLÓGICAS


Entrega del Premio Juan Negrín al Prof. Dr. D. Fernando Cerveró Santiago


 

Durante los pasados días 19 al 22 de Septiembre de 2018, se celebró en Cádiz el XXXIX Congreso de la Sociedad Española de Ciencias Fisiológicas. De entre las excelentes actividades llevadas a cabo, queremos resaltar la emotiva entrega del Premio Juan Negrínal Prof. Fernando Cerveró por su excelente labor científica realizada fuera de España y su mantenido compromiso con la formación de jóvenes investigadores españoles. 

Fernando Cerveró Santiago (Guinea Ecuatorial, 28 de abril de 1949) estudió Medicina en la Universidad Complutense de Madrid (1966-1972). Desde el principio, se interesa por la investigación en neurociencias. Esta vocación le permite ingresar como alumno interno en la Cátedra de Fisiología del profesor Antonio Gallego. Es aquí donde culmina su tesis doctoral: un estudio sobre la transmisión sensorial en los ganglios raquídeos, continuando con el análisis de las respuestas de las fibras aferentes más finas, relacionadas con el dolor.

En 1975, es becado por la Universidad de Edimburgo, donde trabaja junto al profesor Ainsley Iggo. Esta etapa marcará la pasión del doctor Cerveró por el estudio del dolor y su vinculación con la International Association for the Study of Pain (IASP), a la que se afilia ese mismo año y de la que es presidente desde 2010. Con anterioridad, ya había ocupado importantes puestos de responsabilidad en esta organización internacional, entre los que destaca su papel como representante de la IASP para Latinoamérica.

Tras completar más de ocho años en la Universidad de Edimburgo como profesor agregado en el Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina, permanecerá más de una década en Bristol, donde lideró un importante grupo de investigación de dolor visceral.

Después de casi 20 años como profesor e investigador en distintas universidades (Suecia, Alemania y Hong Kong), regresa a España como catedrático de Fisiología de la Universidad de Alcalá de Henares, en donde dirigirá el Departamento de Fisiología y realizará un excelente trabajo al frente de su grupo de investigación especializado en los estudios sobre el dolor.

En 2002, es nombrado director de la Unidad de Investigación de Anestesia de la Universidad McGill de Montreal. Desde 2009, dirige el Centro de Investigación de Dolor de la Universidad McGill. Sus numerosos artículos y publicaciones en las revistas de mayor impacto científico han convertido al doctor Cerveró en una referencia mundial en la investigación y avances sobre el dolor.

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